CAPTURAR UN METABOLITO DE LAS BACTERIAS INTESTINALES AYUDA A CONTROLAR LA GLUCOSA Y PROTEGE EL HÍGADO
- Mié 30 de Jul 2025
- Sochob
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Un equipo de científicos canadienses ha descubierto una nueva y sorprendente forma de mejorar los niveles de azúcar en sangre y reducir el daño hepático: atrapando un combustible poco conocido producido por las bacterias intestinales antes de que causen estragos en el cuerpo.
Los hallazgos, publicados en Cell Metabolism, podrían abrir la puerta a nuevas terapias para tratar enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso. Investigadores de la Universidad McMaster, la Universidad Laval y la Universidad de Ottawa demostraron que una molécula producida por microbios intestinales puede infiltrarse en el torrente sanguíneo y alimentar al hígado para que produzca más glucosa y grasa de la necesaria. Sin embargo, cuando los investigadores desarrollaron una forma de atrapar esta molécula en el intestino antes de que entre al organismo, observaron mejoras drásticas en el control de la glucemia y la enfermedad del hígado graso en ratones con obesidad.
«Este es un nuevo giro en una vía metabólica clásica», dice Jonathan Schertzer, autor principal y correspondiente y profesor del Departamento de Bioquímica y Ciencias Biomédicas de McMaster. Sabemos desde hace casi un siglo que los músculos y el hígado intercambian lactato y glucosa, un proceso llamado ciclo de Cori. Lo que hemos descubierto es una nueva rama de ese ciclo, donde las bacterias intestinales también participan. En 1947, los científicos casados Carl Ferdinand Cori y Gerty Theresa Cori recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su trabajo que demostraba cómo los músculos del cuerpo generan lactato que alimenta al hígado para producir glucosa en sangre , que luego vuelve a circular para alimentar el músculo.
El trabajo sentó las bases para explicar cómo los músculos utilizan una forma de lactato (L-lactato) y el hígado utiliza la glucosa en sangre para comunicarse e intercambiar combustible entre sí. El equipo canadiense descubrió que los ratones obesos, e incluso las personas con obesidad, presentan niveles más altos de una molécula menos conocida, el D-lactato, en la sangre. A diferencia del L-lactato, más conocido y producido por los músculos, la mayor parte del D-lactato proviene de los microbios intestinales y se ha demostrado que aumenta la glucemia y la grasa hepática de forma más agresiva.
Para detener esto, los investigadores crearon una «trampa de sustrato intestinal»: un polímero seguro y biodegradable que se une al D-lactato en el intestino e impide su absorción. Los ratones alimentados con esta trampa presentaron niveles más bajos de glucosa en sangre, menor resistencia a la insulina y menor inflamación y fibrosis hepática, todo ello sin modificar su dieta ni su peso corporal.
«Esta es una forma completamente nueva de abordar el tratamiento de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso. En lugar de actuar directamente sobre las hormonas o el hígado, interceptamos una fuente de energía microbiana antes de que pueda causar daño», afirma Schertzer, miembro del Centro de Investigación sobre Metabolismo, Obesidad y Diabetes (MODR) y del Instituto de Investigación de Salud Digestiva Familiar Farncombe de McMaster. Schertzer ocupa una Cátedra de Investigación de Canadá en Inflamación Metabólica. La investigación destaca la creciente importancia del microbioma en las enfermedades crónicas.
Fuente: McMaster University
Referencia: Fang H, Anhe FF, Kukje Zada D, et al. Gut substrate trap of D-lactate from microbiota improves blood glucose and fatty liver disease in obese mice. Cell Metabolism 37, 1–14, September 2, 2025.