¿Te gusta la comida con grasa?

Tu preferencia por alimentos con grandes cantidades de grasa podría deberse a una predisposición genética, por eso eliges las papas fritas y no una manzana.

Los científicos pueden haber descubierto un motivo por el que algunas personas prefieren las papas fritas en vez de una manzana.

Podría ser un gen que se ha vinculado con un aumento en el riesgo de obesidad.

La investigación

Un estudio a niños halló que quienes tenían una variante común del gen tendían a comer en exceso alimentos con muchas calorías. Ingerían 100 calorías extra por comida, lo que a la larga puede contribuir a incrementar su peso, dijo Colin Palmer, que condujo el estudio en la Universidad de Dundee en Escocia.

Las conclusiones no significan que todos los que tengan esa versión del gen se excederán en la comida y se pondrán obesos, aclaró. Es sólo que podrían tener la tendencia a comer más alimentos grasos.

“Sigue siendo tu elección”, afirmó. “Este gen no te hará engordar si no comes de más”.

Palmer dijo que los resultados apoyan la teoría de que la obesidad infantil podría estar conectada con la gran disponibilidad y bajo costo de los alimentos ricos en calorías. La investigación se publica en el New England Journal of Medicine.

Un gen conocido

El año pasado, los científicos descubrieron que el gen, llamado FTO, estaba vinculado con la obesidad pero no sabían por qué. La mayoría de los demás genes que se cree tienen incidencia sobre el peso corporal influyen sobre el apetito.

Palmer y sus colegas querían saber si el gen FTO también tenía que ver con el comportamiento al alimentarse, o si involucraba el modo en que el organismo quema calorías. Estudiaron a más de 2 mil 700 niños escoceses de 4 a 10 años y los sometieron a exámenes exhaustivos.

Casi dos tercios de los niños presentaban al menos una copia de la variante genética, aproximadamente la misma proporción hallada en un estudio del año pasado a europeos blancos en su mayoría. Ese estudio halló que los que tenían una copia de dicha variante tenían un riesgo mayor de obesidad del 30%, y los que tenían dos copias llegaban a casi el 70%.

La variante del gen también se halla en otras poblaciones; la frecuencia en los chinos es más o menos la mitad de los europeos.

La vinculación

Después de confirmar el vínculo con la obesidad en el grupo escocés más numeroso, los investigadores examinaron a 97 de los niños. Les tomaron numerosas medidas, incluyendo la proporción de grasa corporal y la tasa metabólica.

Los niños recibieron tres comidas en la escuela para evaluar sus hábitos alimenticios. La comida incluía una mezcla de frutas y verduras, jamón, queso, papas fritas, caramelos de chocolate y panecillos.

Los investigadores hallaron que los niños con la variante genética no mostraban diferencias en las tasas metabólicas, los niveles de actividad física o la cantidad de alimento ingerido.

“Lo único que pudimos encontrar fue el hecho de que comían alimentos mucho más ricos (en calorías)”, dijo Palmer.

En promedio, los que tenían la variante del gen comían 100 calorías más que los demás.

La obesidad es difícil de medir

El doctor Rudolph Leibel, investigador sobre la obesidad en la Universidad de Columbia en Nueva York, dijo que es difícil tomar medidas precisas de lo que come cada uno, pero que el estudio escocés lo hizo en un ambiente controlado.

Agregó que la ingestión excesiva de alimentos podría deberse más a la necesidad de calorías que a una preferencia por las comidas grasas. La grasa es un modo adecuado de recibir esas calorías extra.

Palmer, el investigador escocés, dijo que no hay necesidad de examinar a la gente para determinar si tiene la variante genética en cuestión, ya que probablemente hay muchos genes que inciden sobre la obesidad.

Y aunque uno lo tenga, aclaró, el consejo sería el mismo: ingiera alimentos saludables y haga ejercicio.

Fuente: AP