Los peligros de las dietas milagrosas

Muchos siguen consejos sin tener la información necesaria para bajar de peso de manera saludable.

Vienen los días de playas y piscinas, trajes de baños y mucho bronceador, pero muchas y muchos ya están sufriendo por verse de la mejor manera posible. Y en este caso son muy frecuentes las dietas milagrosas o aquellas que recomienda un amigo, las que muchas veces están rodeadas de mitos y algunas falsedades.

Por ejemplo, decir que la fruta debe comerse fuera de las comidas, que el pan tostado engorda menos o que tomar agua mientras se come engorda, son algunos de los casos en que las creencias populares juegan una mala pasada.

Aunque según especialistas los más peligrosos son los falsos mitos en los que se basan muchas dietas milagro.

Falsos mitos

En un artículo publicado en el diario El País de España, Xavier Formiguera, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad -Seeo- señala que: “El agua siempre tiene cero calorías. El pan tostado pierde agua, pero la harina, que es lo que en todo caso engorda, es la misma. Y no hay ninguna evidencia científica de que comer la fruta fuera de horas engorde menos”.

En ocasiones incluso circulan consejos para adelgazar que terminan perteneciendo a la categoría de leyenda urbana. De los cuales algunos no representan mayores peligros, pero otros pueden desencadenar carencias nutricionales importantes. “Sobre la dieta casi todo el mundo tiene algún consejo que dar sin ser ningún experto”, explica Formiguera.

Según el especialista, hay que desconfiar de los métodos que prometen perder muchos kilos en poco tiempo, lo que resultaría imposible si se quiere conservar la salud. “Un buen ritmo para perder peso sería entre medio kilo y un kilo a la semana”, explica Formiguera. Por lo demás, es importante recordar que la dieta debe ir siempre acompañada por ejercicio físico.

Peligrosas alternativas

Por ejemplo, algunas dietas se proponen como alternativas para adelgazar con el mínimo esfuerzo. La premisa es comer mucho, pero en determinadas combinaciones, y de esa manera se imponen restricciones que terminan generando deficiencias para el organismo.

“Desde el punto de vista nutricional, son dietas desequilibradas. Necesitamos proteínas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y agua. Para mantener la salud, debemos ingerir todos estos macronutrientes en proporciones adecuadas”, considera el profesional.

En general, las dietas pueden clasificarse en tres grandes grupos. En primer lugar están las dietas hipocalóricas, las que reducen drásticamente la ingesta diaria de calorías hasta menos de 1.200. Esto lo logran limitando la cantidad de alimentos que se pueden comer y otorgando mayor protagonismo a otros, con eso se restringe la aportación de algunos nutrientes, minerales y vitaminas imprescindibles para una buena salud.

Carencias nutricionales

Algunos expertos en nutrición consideran que cuando hay carencias nutricionales el organismo termina buscando fuentes alternativas de energía, pero no en las grasas, sino destruyendo las proteínas corporales, lo que finalmente provoca una pérdida de masa muscular. Además favorecen la eliminación del líquido que se retiene en el tejido muscular.

Y quienes siguen estas dietas interpretan muchas veces esta pérdida de tejido como un éxito, cuando en realidad los depósitos de grasa corporal apenas disminuyen.

Incluso el metabolismo se adapta a esta reducción drástica de energía minimizando su gasto energético, con lo que cuando este tipo de dietas se abandona, el efecto rebote está asegurado. Ya que cuando se vuelve a comer como se hacía antes de comenzar la dieta, el metabolismo ya ha aprendido a sacar mayor provecho energético de lo que toma, de esa manera se termina subiendo de peso con mayor facilidad.

En tanto, las dietas disociativas se basan en la idea de que los alimentos por sí mismos no contribuyen al sobrepeso, sino el hecho de consumirse en determinadas combinaciones. Sin embargo, no existe todavía alguna evidencia científica que afirme este supuesto, y terminan limitando la ingesta de algún macronutriente imprescindible para la salud.

Por último, las dietas excluyentes consisten en eliminar de la dieta algún nutriente. Pueden ser ricas en hidratos de carbono, aunque sin lípidos y proteínas o ricas en proteínas y sin hidratos de carbono, lo que finalmente produce una sobrecarga renal y hepática importante.

Otros métodos

También existen menús ricos en grasas, lo que produce graves alteraciones del metabolismo. Otras dietas proponen eliminar los cereales, cuando en una dieta sana deben constituir la base de la alimentación y representar un tercio de los alimentos ingeridos diariamente.

Es por eso que a la hora de iniciar una dieta de manera adecuada y responsable, debe imperar el sentido común. “La mejor dieta consiste en comer de todo, pero menos”, dice Formiguera. Y, para que tenga una validación científica, debe seguirla un médico que controle si la pérdida de peso es la adecuada de acuerdo al organismo y que establezca las pautas y los ritmos a seguir.

Concretamente, adelgazar implica perder contenido graso, para lo que es necesario que el balance entre la energía recibida y la consumida sea negativo.

Dieta moderada

Una dieta moderada y saludable en teoría busca disminuir gradualmente el peso, manteniendo la proporción de masa muscular, sin estimular los mecanismos adaptativos que se oponen a la pérdida de peso y que acaban desencadenando el efecto rebote al abandonarla.

Por lo demás, la limitación de calorías debiera ser moderada. Para que la alimentación sea sana y equilibrada, se deben consumir alimentos que proporcionen entre 0.5 y 1 gramo de proteínas por cada kilo de peso del individuo diariamente, hidratos de carbono suficientes para satisfacer entre el 55% y el 60% de las necesidades energéticas diarias, y un 30% de grasas.

“Nuestro cuerpo también necesita grasas, porque hay vitaminas, como la A, la B y la D, que son liposolubles, es decir, que sólo las absorbemos cuando van acompañadas por grasa”, explica Formiguera. Sin embargo, no todas las grasas son recomendables, las grasas saturadas que están presentes sobre todo en la repostería industrial.

También se debería tomar en cuenta que por muchas ensaladas que se coman, si se les aliña con demasiado aceite o con mucho pan -crutones- no se adelgazará.

Educación nutricional

Este cambio de hábitos alimenticios para pasar a una dieta más saludable también requiere de un cierto proceso educativo, ya que seguir un método para bajar de peso sólo durante un tiempo y volver luego a las comidas regulares no sirve de mucho.

Iniciar una dieta supone modificar aspectos de la vida diaria, rediseñando los hábitos de tal manera que un menú sano y equilibrado deje de suponer un gran esfuerzo.

Descubrir sabores, replantearse la compra de la semana en el supermercado o sentarse a la mesa con una predisposición distinta, contribuyen también a reducir la ingesta de calorías excesivas.

Aquellas dietas que implican sufrimiento o pasar mucha hambre generan carencias nutricionales y además no se aprende a comer de forma saludable. De hecho, luego de dejarlas muchos vuelven a los hábitos que les hacían engordar y suben de peso.

Además, no todo es dieta, es necesario que una alimentación saludable se complemente con un ejercicio físico moderado que ayude a encontrar un equilibrio entre calorías consumidas y gastadas. La actividad física también mejora otras funciones fisiológicas, como la cardíaca y la pulmonar, además de mejorar el estado de ánimo y la motivación para continuar una dieta sana.

Fuente: La Tercera
3 de diciembre de 2008