ES HORA DE INFORMAR AL PÚBLICO SOBRE LOS EFECTOS ADVERSOS DE LOS ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS, DICEN LOS INVESTIGADORES

Un equipo dirigido por investigadores de la Université Sorbonne Paris Nord y la Université Paris Cité, Francia, ha resumido dónde nos encontramos en nuestra comprensión de los efectos adversos para la salud relacionados con los alimentos ultraprocesados ​​con algunas sugerencias sobre cómo avanzar con esta información.

En su artículo, “Alimentos ultraprocesados ​​y salud cardiometabólica: las políticas de salud pública para reducir el consumo no pueden esperar”, publicado en BMJ, los autores señalan que si bien existe evidencia convincente de que los alimentos procesados ​​tienen riesgos adversos para la salud, los esfuerzos para reducirlos, cambiarlos o eliminar estas formulaciones de alimentos carecen de apoyo suficiente. Cada vez hay más evidencia que vincula el consumo de alimentos ultraprocesados ​​con diversos problemas de salud, como perfiles alterados de lipoproteínas, obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Si bien muchos estudios han relacionado los efectos de la dieta en la salud, los investigadores señalan que esto suele ocurrir desde una perspectiva basada en los nutrientes. Esta perspectiva se centra en las grasas totales, las grasas saturadas, el colesterol dietético, las calorías, el azúcar, la sal, la fibra dietética, las vitaminas y los minerales. El problema con este enfoque es que no aborda ni diferencia la intensidad del procesamiento de las formulaciones de alimentos, eliminando esencialmente un riesgo conocido para la salud de la recopilación de datos.

En un ejemplo dado en el artículo, la composición nutricional de una variedad de sopas de verduras puede considerarse la misma en un estudio nutricional, independientemente de si fueron caseras o enlatadas industrialmente o deshidratadas y procesadas para contener aditivos alimentarios y sabores con sustancias industriales. No se suele encontrar en las cocinas domésticas. Tanto para los médicos como para los consumidores, la sopa de verduras en un estudio es sopa de verduras, y las distinciones entre opciones de dieta saludable y comida chatarra disfrazada de saludable no son fáciles de determinar. Más de 70 estudios epidemiológicos prospectivos a largo plazo citados en el artículo han relacionado consistentemente el consumo de alimentos ultraprocesados ​​con el aumento de peso y un mayor riesgo de diversas enfermedades, en particular afecciones cardiometabólicas. También se ha sugerido que estos alimentos cumplan los criterios para ser etiquetados como sustancias adictivas utilizando los mismos estándares establecidos para los productos del tabaco. Una etiqueta de advertencia en la sopa de verduras podría ayudar a los consumidores a tomar las decisiones correctas para sus necesidades dietéticas.

Los autores recomiendan que para abordar el problema se necesita una combinación de políticas y regulaciones gubernamentales para promover la producción y disponibilidad de alimentos mínimamente procesados, limitaciones a la comercialización de alimentos ultraprocesados ​​y educación de los consumidores sobre los efectos adversos de los alimentos ultraprocesados son todos necesarios para enfrentar este problema. Destacan que se necesita investigación, específicamente investigación financiada con fondos públicos e independiente de la industria alimentaria, para identificar procesos y sustancias específicos que contribuyen a los efectos adversos.

Ya se sabe que algunas toxinas candidatas están presentes, como furanos, aminas heterocíclicas, hidrocarburos aromáticos policíclicos, acroleína, productos finales de glicación avanzada, ácidos grasos trans industriales y acrilamida. Los alimentos ultraprocesados ​​también tienden a tener una vida útil más larga, lo que es positivo para reducir el desperdicio de alimentos. Aun así, esto podría dar lugar a la lixiviación de contaminantes como ftalatos, bisfenoles, aceites minerales y microplásticos del embalaje o del revestimiento interior de las latas. Los estudios han sugerido que estos contaminantes por sí solos pueden tener propiedades cancerígenas, con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.

Los numerosos aditivos alimentarios de los alimentos ultraprocesados ​​también pueden tener efectos perjudiciales. Varios estudios en modelos animales y humanos citados en el artículo han sugerido efectos nocivos para la salud de algunos de los aproximadamente 330 aditivos actualmente aprobados para su uso en Europa. Hay observaciones asociadas de inflamación, daño al ADN y desencadenamiento de disbiosis del microbioma intestinal. La disbiosis del microbioma es una alteración del ecosistema de la microbiota intestinal caracterizada por una pérdida de microbiota beneficiosa o un crecimiento excesivo de microbiota dañina. Esto puede provocar inflamación intestinal y comprometer la barrera intestinal, lo que permite interacciones no deseadas entre los componentes del intestino y el sistema inmunológico.

Los autores sugieren que es hora de informar a los consumidores sobre los efectos adversos de los alimentos ultraprocesados. Instan a los gobiernos a tomar medidas ambiciosas y decisivas, con un alcance inmediato de salud pública para ayudar a los ciudadanos a identificar los alimentos ultraprocesados ​​y limitar su exposición. En la frase final del artículo, los autores afirman directamente la urgencia de actuar: “La salud de todos está en juego”.

Fuente: https://medicalxpress.com (26-10-23)