SI CAMBIAS TU FORMA DE COMER A LOS 40 AÑOS PUEDES VIVIR 10 AÑOS MÁS

Un estudio realizado en Gran Bretaña determina que cambiar a una dieta saludable durante la vida adulta comporta un aumento de la esperanza de vida. Nunca es demasiado tarde. Cambiar los hábitos alimentarios para hacerlos más saludables puede hacernos ganar años de vida. Y no sólo unos pocos.

Así lo asegura una investigación publicada en la revista Nature Food, realizada por un equipo de la Universidad de Bergen (Noruega) en base a datos extraídos de una amplia población británica del archivo Biobank: alrededor de medio millón de voluntarios de entre 40 y 69 años. Para ello, se agrupó a las personas según distintos patrones alimentarios (cinco) y se observó cómo cambiaban a lo largo de los años. Los análisis realizados sobre los hábitos alimentarios mostraron que cambiar a los 40 años de patrones alimentarios poco saludables a patrones asociados con la longevidad (como la dieta mediterránea) se asocia con un aumento de la esperanza de vida de 10,8 años en los hombres y 10,4 años en las mujeres.

En la misma población, un cambio al patrón alimentario Eatwell aumenta la esperanza de vida en 8,9 y 8,6 años en hombres y 40 años en mujeres. Pero nunca es demasiado tarde, aunque se tenga más de 40 años: cambiando de una dieta poco saludable a una dieta sana a los 70 años se ganan 5,4 años para las mujeres y 5,0 años para los hombres; cambiando a las directrices Eatwell se ganan 4,4 años y 4,0 años tanto para las mujeres como para los hombres. Y es que en general, cuanto mayores y más tempranos sean los cambios realizados a favor de pautas alimentarias más saludables, mayor será la esperanza de vida ganada.

En la actualidad, la esperanza de vida al nacer de la población británica (donde se realizó el estudio) es de 83,6 años para las mujeres y 79,9 años para los hombres.

Las mejores opciones son los cereales integrales y los frutos secos

Los investigadores también determinaron qué grupos de alimentos se asocian generalmente a una mayor mortalidad y viceversa (mayor longevidad): las peores elecciones según este estudio son las bebidas azucaradas y la carne procesada, mientras que las mejores son los cereales integrales y los frutos secos. Hasta ahora, se sabía que una mayor adherencia a las recomendaciones dietéticas saludables se asocia a una menor mortalidad, pero se desconocía cómo las mejoras sostenidas en los patrones dietéticos se traducen en una mayor esperanza de vida en las distintas etapas de la vida. Este estudio puede convertirse en un estímulo para que los ciudadanos lleven a cabo un cambio duradero, ya que otras investigaciones muestran que menos del 0,1% de la población británica cumple todas las recomendaciones de la Guía Eatwell, que son muy similares a las de la dieta mediterránea.

Fuente: https://www.elmundo.es (29-11-23)