CUÁLES SON LAS “GRASAS BUENAS” Y POR QUÉ DEBERÍAS INCLUIRLAS EN TU DIETA SI QUIERES ADELGAZAR

Las grasas eran lo primero que eliminábamos de nuestra dieta si queríamos adelgazar. Así, sin entrar en detalles. Pues, bien, resulta que es todo lo contrario que las grasas han de ser omnipresentes en nuestra mesa tanto para perder peso como para mantener un estilo de vida saludable.

Pero, eso sí, hay que “entrar en detalles”, porque no todas las grasas son iguales. “Cuando hablamos de ‘grasas buenas’ nos referimos a las no saturadas, divididas en dos grandes grupos: monoinsaturadas y poliinsaturadas”, explica la especialista en nutrición, María Amaro. Por el bien de nuestra salud, conviene distinguirlas claramente de las grasas saturadas (bollería industrial, embutidos, etc). “Las grasas trans, las que conocemos como malas, son aquellas que se encuentran en la industria alimentaria y forman parte de los procesados y los ultraprocesados. Estas sí que debemos eliminarlas prácticamente en su totalidad de nuestra dieta”, aclara Amaro.

Solo con ese “pequeño detalle”, el de reemplazar las grasas saturadas por grasas monoinsaturadas, “no solo se consigue perder kilos, sino también reducir la acumulación de tejido adiposo en la zona abdominal (grasa visceral), lo que implica una descenso de las probabilidades de padecer patologías cardiovasculares, tal y como se ha demostrado en investigaciones como la publicada en septiembre de 2003.

Probablemente, de la confusión entre unas y otras, proviene esa etiqueta de “malas de la película” asignada a las grasas no saturadas que las condenaba al exilio en cualquier dieta de adelgazamiento, “cuando está más que demostrado que, para adelgazar, es mucho más efectivo reducir la ingesta de hidratos de carbono que de grasas”, asevera esta especialista. Javier Fernández Ligero, farmacéutico y nutricionista no deja resquicio a la duda: “La ‘grasa buena’ es un macronutriente fundamental para nuestro organismo que nos proporciona energía duradera y potencia la sensación de saciedad. Paradójicamente, a pesar de que sin ella nuestro sistema hormonal se resiente y, en consecuencia, puede llegar a desencadenarse una serie de desequilibrios que perjudiquen a la salud, a las grasas se las han contemplado, tradicionalmente, como un enemigo”.

A pesar de que se las solía eliminar de la dieta habitual pensando que, de esa manera, se adelgazaba, “borrarlas de nuestra alimentación es un gran error que puede tener justo las consecuencias contrarias a las deseadas: la ralentización del metabolismo y el aumento de peso”, advierte.

¿Por qué? “Porque sin las grasas, nuestras hormonas no son capaces de funcionar de una forma equilibrada”. Pero aún hay más. “No somos conscientes de que el 90% del contenido del cerebro es grasa. Por eso, las personas que consumen muy pocas grasas suelen tener más altibajos emocionales, más apatía, más desmotivación, mal humor, etc”. Según apunta Fernández Ligero, “huevos, aguacates, frutos secos y pescados azules nos van a ayudar a trabajar nuestra flexibilidad metabólica, con el objetivo de que nuestro metabolismo no dependa tanto de los hidratos de carbono como sustrato energético”.

De esta manera, prosigue, “al conseguir generar los famosos picos de glucemia en sangre a través de la grasa, vamos a obtener una energía mucho más duradera en el tiempo, liberándonos de esa necesidad pasarnos el día picoteando para que no nos dé un bajonazo”. Amaro también nos brinda su ‘lista de la compra’ de ‘grasas buenas’. “Potente antioxidante por su elevado contenido en polifenoles, de efecto antiinflamatorio y rico en grasas monoinsaturadas, el aceite de oliva es el número uno en el ranquin de alimentos a consumir. En un estudio que se publicó en el 2010, se comprobó la vinculación entre un menor peso corporal y su uso en la cocina. No obstante, si queremos perder peso, no debemos pasarnos con la cantidad”.

Tras volver a destacar, una vez más, “el extraordinario valor nutricional del huevo”, esta nutricionista apunta que “los pescados azules que mayor proporción de grasas saludables tienen son los de origen marino: salmón, sardina, arenque, bonito y anchoa, por poner algunos ejemplos, y su consumo se asocia a un menor porcentaje de grasa corporal”. Y aconseja el consumo de “aceitunas y aguacates, ricos en ácidos grasos monoinsaturadas y, además, fuente privilegiada de fibra, proteínas vegetales y agua”.

Fuente: https://www.elmundo.es (27-11-23)